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Fertilidad Masculina: ¿Se ve afectada por factores ambientales?

Cuando cursaba mis estudios en la Facultad de Medicina allá por los 70’s, el espacio dedicado a la Infertilidad era minúsculo, y si se enfocaba exclusivamente al varón, la enseñanza realmente era básica. Vivíamos épocas en que la posibilidad de trastornos en la concepción se circunscribía casi exclusivamente a la mujer. Cuántas veces presenciamos realizar a nuestros profesores y amigos una minuciosa, prolongada, costosa y hasta a veces dolorosa investigación a una joven esposa dada la incapacidad de la pareja de procrear. Para finalmente al solicitar un único examen al varón determinar que la razón verdadera para el impedimento residía en un trastorno del semen.

Debo admitir que incluso durante mi formación como especialista en Urología, el módulo de Andrología que compartíamos con los Ginecólogos era “aburrido”. De hecho se trataba de un tema tabú (no es un tema del que se hablase mucho); era poco dinámico (resultados lentos en el tratamiento); impredecible (muchas terapias no tienen resultados constantes); y finalmente nos topábamos con la mentalidad machista del paciente que impedía realizar la evaluaciones con actitudes de negación y hasta rechazo a la idea de “ser parte del problema”.

Progresivamente, el concepto de una evaluación inicial integral de la pareja por parte de los grupos que manejan infertilidad, han confirmado una participación del varón como causal de infertilidad (única o mixta) en el 50% de los casos. Dicha valoración básica se fundamenta en la obtención de una muestra del semen (Espermatograma o Seminograma) para ser evaluada en un laboratorio especializado, cumpliendo los parámetros de la Organización Mundial para la Salud (OMS).

Hasta aquí todo parece muy lógico y elemental, pero... La mayoría de los laboratorios locales no siguen la clasificación OMS; no hay unificación en la forma de obtener la muestra para luego procesarla; y en muchos casos el personal que hace la evaluación no posee la experiencia o conocimientos para un adecuado diagnóstico del seminograma. Primera lección: la evaluación debe ser realizada por profesionales especialistas y dedicados al manejo de la Infertilidad.

Muchas veces hemos reflexionado y nos preguntamos si han variado las características biológicas del  semen en el transcurso del tiempo? De hecho hace 40 años en la Escuela de Medicina nos enseñaban que los valores promedios de concentración de espermatozoides (EZP) eran de 80 millones/cc, siendo este parámetro quizá el único importante, dejando como factor secundario de evaluación a la motilidad espermática, no existiendo en esa época la unificación en la definición  de la misma. Hoy la OMS define como normal la concentración de EZP mayor a 20 millones/cc, estando el promedio que evidenciamos en nuestras consultas alrededor de 40 millones/cc.

Surge entonces el interrogante sobre las causas que han ocasionado ésta variación. ¿Autolimitación de la especie para evitar la sobrepoblación?; ¿Deterioro genético de la especie humana?; ¿Existe una influencia de factores ambientales sobre la fertilidad?; o; ¿Es la tecnología la que permite ahora una adecuada interpretación de los resultados?  Es real el hecho que las cámaras computarizadas permiten una exactitud  en la evaluación del contaje y motilidad espermática, pero éstos valores no son tan dispares si son evaluados por ojos de un personal perfectamente entrenados en el tema. De modo que no es la tecnología la que ha cambiado los parámetros del semen.

Por el contrario, se han identificado un sinnúmero de situaciones de la vida cotidiana que van a influir de modo significativo sobre la fertilidad masculina, elementos que si los modificamos apropiadamente pueden hacer la diferencia en un varón en edad potencialmente fértil.

Así, en primer lugar están elementos gonadotóxicos ocupacionales, es decir substancias que se ponen en contacto durante el trabajo: industrias que maneja Plomo (Baterías), Cadmio o Mercurio; industria agrícola con pesticidas (exfoliantes); trabajadores de la Salud que reciben radiación ionizante en dosis altas.

Existen medicamentos algunos de uso cotidiano como el ketoconazol, espironolactona, nitrofurantoína, cimetidina, alopurinol, o testosterona, que van a producir cambios en la calidad del semen, todos de efecto reversible con el tiempo. Otros, como la quimioterapia o la radioterapia dejan una secuela total y a veces definitiva de infertilidad, de allí que todo Centro Oncológico debe aconsejar al paciente la posibilidad de congelar una muestra de semen antes de iniciar el tratamiento, con miras a la posibilidad de realizar una técnica de reproducción asistida (TRA) en el futuro.

La vida moderna conlleva una serie de esquemas que definen a “los ganadores”, en el varón uno de los elementos mas importantes es la imagen corporal. Así, los gimnasios están llenos de jóvenes estudiantes o ejecutivos promisorios que por desarrollar cuerpos musculosos añaden al  ejercicio diario dietas con excesos de soya, o aves a las que se han administrado hormonas para conseguir un peso adecuado, o consumen anabólicos (“…sólo por un tiempo…”) recomendado por su personal-trainer o su amigo. Todo lo señalado va a producir un deterioro significativo en la calidad del semen, especialmente con el uso de hormonas resultando en lesiones profundas y solo parcialmente recuperables. 

Otro aspecto de la vida moderna son los hobbies, algunos de los cuales pueden tener un impacto sobre la calidad seminal por distintos mecanismos. Así tenemos la práctica continua del Sauna o del Jacuzzi para controlar el stress moderno, desconociendo que la temperatura alta va a llevar a una disminución de la producción de espermatozoides.  El tabaco, consumido de forma continua a un promedio mayor a 10 tabacos/día lleva a una disminución de la motilidad espermática. Existe un estudio que demuestra una disminución del 25% de la capacidad de fertilización de los EZP de fumadores con promedios de 19 tabacos/día. Otras drogas de uso recreacional e ilícitas (marihuana y coca) van a producir trastornos en el Espermatograma e incluso daños estructurales en el ADN del espermatozoide, trayendo como consecuencias alteraciones genéticas en el posible embarazo.

No existe joven ejecutivo que se precie de tal que no posea un celular y una Laptop. Bien, hay reportes de alteración en la calidad del semen por el uso mayor a 4 horas/día del celular, especialmente cuando no se usan bloqueadores de las ondas magnéticas del mismo y el aparato se lo transporta cerca de los genitales (bolsillos del pantalón). A la vez, ya se ha denominado como síndrome de la Laptop a la alteración que padecen muchos jóvenes en el semen, secundario al uso de la computadora sobre las rodillas, sin protección por varias horas y de forma constante (salas de espera, aeropuertos, trenes, etc.) produciendo un daño testicular secundario a la temperatura elevada y a la energía electromagnética.

Resumiendo, la capacidad fértil del varón es muy frágil pudiendo ser alterada por varios factores patológicos adquiridos, anomalías congénitas, trastornos cromosómicos y finalmente por factores ambientales. Nuestro objetivo ha sido hacer conciencia sobre conductas o placeres que en un momento pueden retrasar o negar un paternidad anhelada, y que son fácilmente modificables.